Mi Buenos Aires querido
Sentado al borde de una silla desfondada,
mareado, enfermo, casi vivo,
escribo versos previamente llorados
por la ciudad donde nací.
Hay que atraparlos, también aquí
nacieron hijos dulces míos
que entre tanto castigo te endulzan bellamente.
Hay que aprender a resistir.
Ni a irse ni a quedarse,
a resistir,
aunque es seguro
que habrá más penas y olvido.
Juan Gelman
Subscribe to:
Posts (Atom)
Cuando el rojo del sol naciente - Rudyard Kipling
Cuando el rojo del sol naciente cayó sobre el verde y oro nuestro padre Adán se sentó bajo el árbol y escarbó con un palo en el suelo. Y e...
-
oh matorrales crespos adonde el sueño avanza trenes oh montòn de tierra entusiasta donde de pie sollozo vértebras de l...
-
Je suis allé au marché aux oiseaux Et j'ai acheté des oiseaux Pour toi mon amour Je suis allé au marche aux fleurs Et j'ai ache...
-
Cielito, cielo que sí, cielo del sesenta y nueve, con el arriba nervioso y el abajo que se mueve. Que vengan o que no vengan; al pue...