Wednesday, December 31, 2008

Tiempo de verano - Aberlardo Castillo

Pensar que puedo decir hace veinte años yo que siempre me caractericé por el mechón de pelo sobre el ojo y esa cara de mirar cómo crecen los otros

pensar que en los últimos diez de estos veinte años he estado a punto de volverme dipsómano marido escritor fracasado y hasta me senté frente a frente con un psicoanalista una mañana no sin haber previamente llamado por teléfono a la larga distancia de la Muerte.

pensar que ejercí la fornicación con una artesanía una paciencia una regularidad tan asombrosa que si echo como se dice una mirada atrás lo único que veo claramente es un corpiño colgado de la puerta del ropero y un buen vaso de mal whisky del país brillando como una pesadilla a la luz violeta de los veladores y escucho la voz de Tito Rodríguez cantando en la vida hay amores que nunca pueden olvidarse y también veo algún contorno una pierna en escorzo una boca mítica de sacerdotisa violada hasta el ultraje y otras partes del cuerpo que me daban lo mismo si es cuestión de ser francos pero que a estas futuras madres de hijos de otro parecían crearle un reflejo de Pavlov mientras yo me sentía cada vez más monótono y con menos salterio en el corazón o como un ángel al que atropella un ómnibus o de algún otro modo pero nada conforme con mi conducta a la que por costumbre voy a llamarle alma

pensar que me ayudaron a vivir sin embargo todas estas grandísimas putas y que la mayoría conoce la voz con que a través de mi monologa en las noches el demonio del siglo y me ha visto llorar desvergonzadameme lo cual les despertaba un invariable y auténtico sentido maternal no exento de erotismo y a mi un deseo irrefrenable de pegarles lo que no siempre dejó de suceder ni las aterrorizó hasta el punto de que no volvieran a ayudarme a vivir todas estas grandisimas y generosas putas

pensar que rompí un plato pintado por Picasso sencillamente para demostrar lo que es un espíritu atormentado

pensar que hace veinte años en San Pedro una noche de verano igual que ésta en la cocina de mi casa y escuchando muy bajo la radio para no despertar a mi padre yo era lo que se dice un verdadero poeta que tenla a lo sumo cinco o seis años más de vida

pensar que el secreto del mundo lo conozco porque reside en salir casi desnudo a la noche del patio y tirarse de espaldas en la tierra y dejar que las constelaciones caigan sobre los ojos hasta que el júbilo y la fiesta y las lágrimas te hagan pensar en Dios.

                                            Abelardo Castillo

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